«Enormes recursos financieros y tecnologías innovadoras podrían utilizarse para hacer del agua una fuente de vida y el progreso para todos se está desviando hacia la producción y el comercio de armas”, expresó el Papa Francisco en su mensaje dirigido al director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Qu Dongyu, con motivo del Día Mundial de la Alimentación, que se celebra anualmente el 16 de octubre.
En su mensaje, el pontífice señala que el mundo está marcado por una cruda realidad, donde la pobreza y la desesperación continúan afectando a muchas hermanas y hermanos. “Sus gritos de angustia y desesperación, dice, deberían despertarnos de nuestra indiferencia e impulsarnos a examinar nuestra conciencia”.
El Papa destaca cómo las condiciones imperantes de hambre y desnutrición que afectan a innumerables personas son el resultado de una acumulación injusta de desigualdades e injusticias, que dejan a muchos al margen.
Esta desigualdad, continúa, se extiende más allá de la alimentación y alcanza a todos los recursos básicos, haciendo que su inaccesibilidad para muchos sea una afrenta directa a la dignidad que Dios les ha inculcado. Es sin duda una afrenta, afirma, que debería avergonzar a toda la humanidad e impulsar a la comunidad internacional a actuar.
‘El agua es vida, el agua es alimento. No dejes a nadie atrás’
El Papa Francisco reflexiona sobre el tema del Día Mundial de la Alimentación de este año: «El agua es vida, el agua es alimento. No dejar a nadie atrás», y subraya el valor irremplazable de este recurso para todos los seres vivos de nuestro planeta.
Por lo tanto, agrega, nos enfrentamos a la grave urgencia de planificar e implementar la gestión del agua de manera inteligente, cuidadosa y sostenible, garantizando que todos puedan acceder a este recurso vital para satisfacer sus necesidades esenciales y al mismo tiempo sostener y promover un desarrollo humano adecuado sin dejar a nadie atrás.
El agua, continúa el Santo Padre, es vida porque asegura la supervivencia. Sin embargo, este recurso enfrenta actualmente importantes desafíos tanto en términos de cantidad como de calidad. En muchas partes del mundo, dice, nuestros hermanos y hermanas sufren enfermedades o incluso pierden la vida por la ausencia o escasez de agua potable.
Las sequías inducidas por el cambio climático, añade, están volviendo estériles a vastas regiones, causando daños inmensos a los ecosistemas y a las poblaciones. La gestión arbitraria de los recursos hídricos, la distorsión y la contaminación perjudican especialmente a los pobres y constituyen una injusticia vergonzosa que no podemos ignorar. En cambio, debemos reconocer urgentemente que » el acceso al agua potable es un derecho humano básico y universal, ya que es esencial para la supervivencia humana y, como tal, es una condición para el ejercicio de otros derechos humanos». (Laudato si‘, n. 30).
El agua, reitera el Papa Francisco, nunca debe ser vista como una mera mercancía, un artículo de intercambio o especulación.
El agua es comida
El Papa continúa reflexionando sobre el hecho de que el agua es alimento porque es vital para lograr la seguridad alimentaria, sirviendo como medio de producción y componente indispensable para la agricultura.
Se necesitan programas eficaces, dice, para evitar pérdidas en los conductos de riego agrícola, utilizar pesticidas y fertilizantes orgánicos e inorgánicos que no contaminen el agua, y apoyar medidas que salvaguarden la disponibilidad de recursos hídricos para evitar que la escasez aguda se convierta en una causa de conflicto entre comunidades, pueblos y naciones.
Llama a utilizar la ciencia, la innovación tecnológica y la tecnología digital para lograr un equilibrio sostenible entre el consumo y los recursos disponibles, evitando impactos negativos en los ecosistemas y daños irreversibles al medio ambiente.
El Papa también llama a las organizaciones internacionales, a los gobiernos y a la sociedad civil a unirse y generar ideas para hacer del agua un patrimonio común, distribuirla de manera más equitativa y gestionarla de manera sostenible y racional.
La celebración del Día Mundial de la Alimentación, concluye el Papa Francisco, debería servir también como recordatorio de que la cultura del despilfarro debe contrarrestarse con una cooperación responsable y leal de todos.
Nuestro mundo, señala, está demasiado interconectado como para permitirnos el lujo de dividirlo en bloques de países que persiguen intereses egoístas y parciales. En cambio, estamos llamados a pensar y actuar como una comunidad global, enfatizando la solidaridad y priorizando las vidas de todos por encima de la apropiación de bienes por parte de unos pocos.